Concurso Escolar de Lectura online 2021-2022


La Asociación de Editores de Madrid y la Comunidad de Madrid han convocado una nueva edición del Concurso Escolar de Lectura online 2021-2022. Este Concurso de Microrrelatos en el Aula tiene por objeto el fomento de la lectura y la escritura entre los adolescentes de 1º de la ESO hasta 2º de Bachillerato. El máximo de participantes por aula es de tres. En total han participado 9 alumnos del IES Profesor Ángel Ysern, que han obtenido un diploma por su participación. Los microrrelatos creados no pueden exceder un máximo de 300 palabras y el tema es libre, pero el texto debe estar relacionado con cualquier lectura leída en el aula. Una vez seleccionados los mejores relatos, estos se enviaron junto con el audio de lectura del mismo.

Seguidamente aparecen los microrrelatos y sus autores

 

La Celestina

Hola, ¿qué haces aquí? ¿Me buscas a mí? ¿En serio? Después de todo… Mira, te conocí bajo un engaño y me enamoré de ti no sé ni cómo. Conociste a una muchacha inocente, a quién le ordenaba todo el mundo y apenas sabía qué era vivir. A medida que aumentaba mi confianza en ti, me abrí, me humanicé; la diosa que tú habías idealizado perdió todo aquel valor. La bella dama que al principio lo significaba todo, terminó perdiendo hasta el último rastro de tu respeto; aun sabiéndolo, me volví loca, nunca había sentido algo así por nadie, por lo que no fui capaz de ver la realidad. Pero con el tiempo, y con perspectiva, comprendí que lo que tú sentiste no fue amor, lo confundiste con obsesión y, sin embargo, ¿sabes lo peor? , que yo sí te quiero. A pesar de ello, el amor, si no es recíproco, no es amor. Dios se ha cobrado muchas vidas por esta farsa y estoy cansada, cansada del dolor, de la mentira, de esconderme, de sentir que para ti solo soy un entretenimiento. Olvídate de esa niña y observa a esta mujer, porque esta es la última vez que nos veremos. Pretendo ser feliz, dejar de cumplir prototipos y exigencias de personas a las que apenas les importo, ser libre, y para ello comienzo así: adiós, vive la vida que merezcas y déjame ir.

 Andrea Rojas Jiménez, 1º de Bachillerato A

 

El niño con el pijama de rayas

Sé que han pasado 16 años desde lo ocurrido, pero todavía le sigo dando vueltas y a lo mejor no deberías de haber ido. A lo mejor tendrías que haberle hecho caso a tus padres y haberte quedado en casa sin acercarte a esa valla, a lo mejor nunca tendrías que haberle conocido; pero lo hiciste y le conociste y ese niño te cambió la vida porque te diste cuenta de lo que era realmente tener un amigo. Quizás no deberías de haber entrado en ese recinto para ayudarle a buscar a su padre, pero entraste porque te pidió ayuda y era tu amigo, y para eso están los amigos ¿no? para ayudarnos, para ayudarse. Fue una acción inocente y totalmente desinteresada. Y a lo mejor si hubieras sabido que nunca más saldrías de allí, no habrías entrado; pero, claro, para eso tendrías que saberlo y no lo sabías; simplemente viste que necesitaba ayuda y le ayudaste, te cambiaste de ropa y te pusiste ese pijama de rayas y entraste. Se apagaron las luces y tú le diste la mano, no sabías lo que pasaba, pero estuviste a su lado. Millones de personas conocen tu historia, Bruno, todos saben lo que os pasó, pero estoy segura de que si cualquier persona pudiera cambiarse por ti nadie pensaría en esa segunda opción, todos subirían de Auschwitz, sin intentar buscar otra solución, porque vivimos en una sociedad interesada en la que ninguna acción se hace a cambio de nada. Todos buscan el interés, todos buscan la riqueza, pero ninguno de ellos sabe lo que es estar en la verdadera pobreza, en la de no tener a nadie a tu lado, al que contarle todo lo que pasa por tu cabeza.

Bruno, siento que tu historia haya tenido que terminar así, pero estoy segura de que ahora podéis estar los dos juntos y eres realmente feliz.

Sarai Barba Molina, 1º de Bachillerato A

 

 

Del amor y otros demonios

Noche tras noche, cierro los ojos recordando aquellos días en los que con sigilo te colabas en mi celda, los días más maravillosos de mi vida en las que conocí el amor, amé y me sentí amada.

Ahora revivo esos momentos, cierro los ojos y espero con anhelo verte aparecer de nuevo. Estas cuatro paredes se me vienen encima, cada vez es más grande el dolor y el vacío que siento por tu ausencia, ya no puedo soportar más el sufrimiento, ¿qué hice mal amado mío?, ¿qué te hizo ir y no volver más?

Me encerraron en este convento porque era un peligro, decían que tenía el demonio dentro, pero tú nunca lo creíste, intentabas ayudarme y sacarme de aquí, tonta de mí hacerme ilusiones al pensar en una vida contigo fuera de este convento que ahora se ha convertido en una cárcel para mí.

Entre sollozos todas las noches repito:

– ¡Vuelve amado mío!, devuélveme las ganas de vivir, llévame contigo.

Ya no puedo más, mi vida sin ti ha perdido el sentido. Gracias por haberme enseñado lo que se siente al ser querida, ese sentimiento que ahora me mata no tenerlo.

Adiós mi amado, adiós.

Lucía Azañedo Sanz 1º de Bachillerato B

 

Radio Celestina

Locutor: …duda no hay de que causó gran tristeza entre nosotros, rezamos para que se recupere pronto. Y con esto terminamos la emisión de hoy, regresaremos mañana con más noticias en la Radio 15. Ahora daremos paso  al espacio divulgativo.

Celestina: ¿Problemas de amor? ¿Requieres de ayuda para cortejar a tu otra mitad? Estáis de suerte hijos míos, puedo ayudaros con todo eso y más. Venid a mi hogar y encontraréis mis magníficos productos. Perfumes, vestimentas y afeites encantados. Todo lo necesario para que nadie se os resista. Restauro, incluso,  la integridad de aquellas doncellas que lo deseen. ¿No creéis que sea suficiente? No hay problema, queridos. Ofrezco también mis servicios como alcahueta, por un justo precio claro. Juro por mi honor que conseguiré que tú y tu amado acabéis unidos de por vida.

O puede que no estés aquí por nada de eso. Puede que quieras acceder a otros servicios… no te hagas esperar si ese es el caso, las puertas de mi casa se mantienen abiertas para ti. Que Dios permita que nuestros caminos se crucen en poco tiempo.

Raquel Carrero de la Nava 1º de Bachillerato B

 

Juan, mi condena

Cuando te conocí, Juan, me enamoré completamente. Alto, de piel morena… Tus ojos y tus labios solo tenían cosas bonitas para mí. Estar contigo era como caminar entre las nubes. Estaba en un sueño. Y así pasamos un tiempo: el tiempo más feliz de mi vida. No teníamos mucho, pero los dos aportábamos y podíamos salir adelante. Y no necesitábamos más. No necesitaba más para estar feliz contigo a mi lado. Pero ahí, en el momento cuando yo estaba tan segura a tu lado, empezaste a enseñar tus colores. Empezaste con cosas simples: tú solo hacías la compra. Tú administrabas todo el dinero. Tú elegías mi ropa. Obviamente, todo lo hacías con amor hacia mí para que no nos pasara nada. Pero seguiste con más: hablabas mal de mis amigas y me prohibiste verlas, diciendo que me corrompían. Con cada imposición, sentía que el Juan que conocía se iba.

Igualmente, me embarazó. Cuando se lo dije… Tuve que taparme los moratones y las ojeras para salir a trabajar el día siguiente.

Y en ese momento me di cuenta: Tú tenías el dinero, no me dejabas relacionarme con más gente de la necesaria, y, por encima de todo, tenía un hijo tuyo

Había caído en tus garras, y no me dejarías salir.

Alejandro Castro Orillo 2º Bachillerato B

 

Perdóname, madre.

Madre, perdóname. No era mi intención otra que la de huir en busca de la libertad que anhelaba en cada uno de mis actos de rebeldía. Yo, Adela, tú hija, sigo viva. Lo que presenciasteis aquel día de mi supuesto suicidio no fue nada más que un montaje. Pero madre no te percataste, te infundió una vez más la preocupación por las apariencias. Me disculpo por no respetar el luto y por mantener relaciones con el prometido de mi hermana. No pretendo justificarme. Tampoco pretendía enamorarme. Menos de él, madre. Era la única manera de escapar. La única persona que podía ayudarme. Perdóname, madre, perdóname.

Pero sé que está disculpa es en vano, pues no está en manos de madre esta carta, está en manos tuyas, Martirio. Te he observado todo este tiempo: cómo rebuscabas entre las cosas de nuestra hermana Angustias, cómo tu amor por Pepe el Romano se convertía en obsesión, cómo la locura se apoderaba de ti. Por todo ello y por al amor que tengo, mi querida hermana, te ofrezco la misma oportunidad que se me brindó: la de comenzar una nueva vida fuera de la autoridad de madre.

Obra de referencia: La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca.

Celia Domínguez López (2º Bachillerato B)

 

Caduco y enfermo planeta.

¡Caduco y enfermo planeta! Tus arrugas y achaques dan cuenta de tu larga vida. ¡Qué recuerdos y añoranzas las de nuestros desorientados abuelos, donde tu hermosura nos cobijó y nos permitió vivir el milagro de la vida! Pero ¿qué devenir has tomado? Has sucumbido a la plaga de una humanidad que no tiene límites en bienes y consumos, que explota y merma tus recursos y bellezas llevándote a la extenuación y agotando tu vida.

¡Qué inmovilismo presentas! Tú también vistes de un luto que todo lo cubre, ennegreciendo tus paredes, deshabitando lo que era habitable, recalentando lo que antes era cálido, contaminando lo que antes era fértil, asfixiando lo que antes era respirable…? Ahora, el ambiente en mi casa es opresivo, triste, lúgubre…Tus hijas han seguido este desatino y no han podido rebelarse y desandar el camino. La codicia, el egoísmo, la envidia, y los celos se han apoderado de ellas. Y sí, mi país contamina, pero menos que el tuyo.

¡Alto! ¡Detente! Espera…, la veo…, es la más joven, viste de verde. Se llama Adela Thunberg; trata de frenar lo irrefrenable. Concentra masas, aparece en los medios. Es ingrata con los políticos, resiste pacíficamente. Es el motor de nuestra generación, habla nuestro idioma. Ama a este mundo por encima de todo. Quiere romper con el pasado decadente de una humanidad que no sabe encontrar el equilibrio. Dice que es posible la sostenibilidad. Su amor al planeta es verdadero, supremo, noble, sincero. Es nuestra esperanza, del hoy y del mañana.

¡Oh, terrible vorágine! La tragedia continúa. ¿Morirá esta vez el amor verdadero? El amor verdadero ha muerto. Ya tenemos la declaración de buenas intenciones; mientras, mi casa agoniza. ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!

Obra de referencia: La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca.

Miguel Magro Moreno (2º Bachillerato B)

 

María Josefa de Rodín.

Mientras que el cuerpo de Adela todavía reposaba tibio en el corral, María Josefa estaba sentada pensando. Hacía mucho que no reconocía los hilos que mantenían atada su memoria. Hacía mucho que las fuerzas que soplaban hacían que sus manos tomaran la forma del viento en noches de vigilia. Sin embargo, quizás gracias al aroma a muerte, aquella noche pudo recordar con claridad las playas de su pueblo. Se veía en ellas como a la entrada de un sueño, recostada con los rostros cuyos nombres había olvidado. Hacía tanto, que los llamaba por el sentimiento que le solían evocar. Tranquilidad se sentó al lado de ella, mientras que Arrepentimiento la sujetaba de la cintura. Cuando la noche barrió la tristeza que, solo aquellos tocados por la sangre celta comprenden, le sorprendió que el cielo que ahora la cubría fue el mismo de aquellos días morados. Sentada, con el mentón apoyado en la mano, pensó en lo lejana que le parecía su juventud y en lo poco que tardaba la carne en fundirse con el viento.

Al llegar la mañana le pareció escuchar el sonido de los pájaros que no escuchaba desde las tardes de su infancia y pensó, con el codo en la rodilla, con el mentón en la mano, con la vida llevándola de regreso al polvo del que todos venimos. Las sombras del luto se ciñeron con fuerza en la casa cubriendo de humo las paredes, hasta que se volvieron grisáceas. Tan gruesa fue aquella niebla, que nadie notó la falta de un cordero o las huellas de mujer saliendo hacia el norte.

Andrea Ramón González (2º Bachillerato C)

 

Frente al espejo.

Aquí estoy de nuevo, frente al espejo roto de esquina a esquina que refleja lo que soy: un simple reflejo del ego que destruye mi cuerpo, mi familia, mi arte y mis sentimientos. Soy un hombre corrupto por la guerra. Un hombre que sucumbe al deseo de sí mismo, de lo que cree amar. Aquí estoy, afeitándome con la navaja que me tienta a la muerte, que me recuerda lo que soy: un hombre que culpa a la guerra para hacer daño a los demás, sin que estos se den cuenta.

Envidio la vida de Juan, envidio la rigurosidad y el orden de Angustias, envidio la fuerza de mi madre y envidio la juventud de Andrea. Puesto que deseo lo que no puedo tener, solo me queda destruirlo para sentirme mejor conmigo mismo. Eso es lo que veo todos los días en un reflejo más roto que mi espejo. Quiero ser libre de la envidia y del odio que me corroen por dentro. Quiero ser libre de la vida a la que tanto daño hago, ser libre de mis deseos y pasiones, que me impiden ver lo que realmente quiero ser. Mi vida consiste en escapar de los fantasmas de la guerra, en escapar de los susurros que gritan: “¡traidor, traidor!”

Todas las noches me encuentro con el diablo, que tienta la misma muerte. Esa muerte que intenté no desear en vida. La habitación es la cueva del diablo. El espejo, su puerta. La música, sus cortinas y su reflejo soy yo.

Solo me queda sucumbir a la agonía de la desgracia y degollarme con la navaja que predica la mía.

Obra de referencia: Nada, de Carmen Laforet.

Javier Román Fernández. (2º Bachillerato C)